Si bien Gregor Mendel es recordado en el mundo de la ciencia como el padre de la genética con las «Leyes de Mendel» que la fundamentan, el monje y naturalista austríaco se destacó en otros ámbitos. Un aspecto poco conocido de su vida fue que sus últimos 10 años de vida, los dedicó a la apicultura. Probablemente experimentó con abejas para confirmar la teoría de la herencia que había desarrollado.
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En 1854, con los apicultores de Silesia, Gregor Medel discutió la hipótesis de Jan Dzierzon, la cual enuncia que las reinas infértiles o los huevos no fecundados con esperma de machos, producen zánganos, produciéndose reproducción sexual en las abejas hembras y asexual en los machos o zánganos. Dzierzon denominó este proceso «partenogénesis».
La teoría de Jan Dzierzon se confirmó por hibridación. Como el cruce de abejas es difícil porque durante el vuelo nupcial de la reina no debe haber zánganos extraños, Gregor Mendel construyó una jaula de tejido de 4 metros de largo por 4 de alto, ubicando la colmena en el exterior de la misma, para así lograr los cruces necesarios para lograr híbridos de diferentes razas de abejas.
Sin embargo, la teoría de Dzierzon no se pudo confirmar con Mendel estando vivo, dado que éste pretendía probar la segregación de caracteres genéticos.
Gregor Mendel fue un miembro activo de la Sociedad de Apicultura de Brünn, siendo nombrado presidente de la misma en 1971. Si bien en 1874 fue reelecto, no ocupó el cargo por motivos personales.
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