Virgen de Luján, patrona de Argentina

Nuestra Señora de Lujan es la patrona de la Argentina, y su historia comienza cuando la carreta que la llevaba, se atascó en el partido bonaerense.

Extremista

En mayo de 1630 llegaron a la Argentina dos imágenes de la Virgen María procedentes de San Pablo, Brasil encargadas por Antonio Farías Sáa, un hacendado de Santiago del Estero. Según los creyentes, la carreta que las transportaba se atascó a orillas del Río Luján y a pesar de los esfuerzos, la misma no se movió hasta que una de las imágenes no fue retirada, siendo esto considerado un milagro y convirtiendo a la adjudicación en Patrona del país.

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Las historia de la Virgen de Luján, patrona de Argentina, comienza cuando el hacendado Antonio Farías Sáa, radicado en Santiago del Estero, quiso poner una capilla en su estancia para la Virgen María. Es así como encargó desde Brasil, dos imágenes de la Inmaculada Concepción

En mayo de 1630, las imágenes llegaron a la Argentina, y la caravana con el encargue, se atascó a orillas del Río Luján, a 67 kilómetros de Buenos Aires. Al otro día, los carreteros quisieron seguir con el viaje, pero a pesar de poner más bueyes, los esfuerzos fueron inútiles.

Cuando retiraron una imagen, la carreta marchó normalmente, por lo que los testigos estuvieron seguros de que estaba ocurriendo un milagro y que la Virgen María no quería marcharse de ese lugar.

Decidieron llevar el pequeño cajón donde se encontraba a la vivienda más cercana, la de la familia de Don Rosendo de Oramas, que se encontraba en la actual localidad de Zelaya, Pilar.

La imagen fue colocada en un lugar de honra, y debido a la creciente concurrencia de vecinos y porteños que acudían a venerarla, Don Rosendo mandó a construir una ermita donde estuvo de 1630 a 1674. Hoy en día, existe en el emplazamiento, un convento con una pequeña capilla de adobe y piso de tierra, conocido como «Lugar del Milagro».

La imagen, en un principio llamada «La Virgen Estanciera» y «La Patroncita Morena», estuvo al cuidado de Manuel, un esclavo que venía con la caravana  y fue testigo de lo ocurrido. Tras la muerte de Don Rosendo, la estancia quedó abandonada, pero Manuel continuó al servicio de la Virgen.

Ana de Matos, al ver que tras la muerte de Don Rosendo, la virgen quedó en soledad y no había interés en ella por parte de las autoridades civiles y eclesiásticas, le solicitó al administrador del estanciero fallecido la cesión de la imagen de la Virgen de Luján, prometiendo la construcción de una capilla cómoda, con facilidades para los peregrinos. Juan de Oramas, el apoderado, aceptó la oferta.

Luego de instalar la imagen de la Virgen María en un oratorio, por la mañana siguiente, cuando fue a rezar, se angustió al ver que la estatua no estaba en su altar, y buscando, fue encontrada en el Lugar del Milagro. en un principio, se culpó a Manuel de robarla, pero en varias oportunidades más, la imagen regresó a su primer hogar.

Enterados del nuevo milagro, el obispo de Buenos Aires, fray Cristóbal de Mancha y Velazco, y el gobernador del Río de la Plata, José Martínez de Salazar, organizaron el traslado de la imagen junto a doña Ana y Manuel. El padre Salvaire le pidió al Papa León XIII en 1886 su coronación, y el Pontífice bendijo la corona y le otorgó Oficio y Misa propios. La coronación se realizó en mayo de 1887 y su festividad quedó establecida en el sábado anterior al domingo después de pascua.

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