Durante mucho tiempo, los anatomistas de la antigüedad creyeron que los ovarios eran testículos degenerados, y no fue hasta el siglo XVII que Nicolás Steno (Niels Stensen), anatomista, científico, geólogo y obispo danés, realizara uno de sus descubrimientos más importantes: la existencia de los óvulos femeninos, células capaces de ser fecundadas por un espermatozoide que forma un cigoto.
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En el siglo XVII, la anatomía era una ciencia muy prestigiosa, dado que los detalles de la anatomía humana eran nuevos y excitantes, comparado con lo que es a principios del siglo XXI la secuencia del genoma humano.
Si bien Nicolas Steno se había alejado de la medicina porque los tratamientos de la época eran peores que la enfermedad, se dedicó al campo experimental. Sin embargo, no abandonó del todo sus estudios anatómicos. Fue así como realizó uno de sus descubrimientos más importantes: la existencia de los óvulos femeninos.
Hasta ese momento, los anatomistas de la época habían creído que los ovarios eran en testículos degenerados.
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