El 10 de julio, el Santoral Católico le dedica el día del calendario a San Cristóbal de Licia, uno de los catorce Santos Auxiliadores. Nacido en Canaán o Libia tras su conversión al cristianismo ayudó a los viajeros a atravesar un peligroso vado llevándolo sobre sus hombros, y en una ocasión, el gigante cargó al mismo niño Jesús. Es patrono de los viajeros, automovilistas, barqueros, conductores de taxi y autobús y La Habana, Cuba entre otros.
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La historia de San Cristóbal mártir difiere según distintas tradiciones cristianas. Una de ellas indica que su nombre real era Relicto, Ofero o Repróbus y fue un gigante primogénito y unigénito de un rey cananeo y nació en Tiro o Sidón.
Se dice que era horroroso, rostro de perro y quería servir a un amo digno de su fuerza, por lo que se los ofreció al malvado y despiadado rey Felipe de Licia. Sin embargo, un día, Ofero lo vio temblando de miedo, y al preguntarle qué le pasaba, el rey le dijo que le había vendido el alma a Satanás y que le temía, por lo que Ofero dijo «Si le temes al Demonio, él es más poderoso que tú, habré de servirle a él».
Ofero buscó a un brujo para que le presentara a Satanás, y éste accedió a cambio de unos favores. En el camino de su búsqueda, el hechicero evadió una cruz de piedra en el camino, por lo que el gigante le preguntó por qué algo tan simple le daba miedo. El brujo contestó «Temo a quien murió en la cruz». Sorprendido le preguntó si el Diablo también le temía a Jesús y éste le contestó que el Diablo tiembla tan solo con la mención de la cruz, por lo que decidió servir a tan poderoso personaje a pesar de no conocerlo.
Vagando en la búsqueda de Cristo, Ofero pregunta a todos como encontrarlo, pero nadie sabe contestar, hasta que un ermitaño le dice «Aquí al lado hay un río donde suelen morir muchos de los que intentan atravesarlo. Tienes una estatura y fuerza descomunal, perfectamente podrás pasarlos de orilla a orilla sobre tus hombros. Ahí encontrarás a la persona que te dará la respuesta correcta».
Desde entonces, convertido en porteador, comenzó a pasar viajeros apoyado en una vara gruesa y resistente, inclusive a quien no pudiera pagar.
Cada vez que Ofero cruzaba a alguien por el río, le preguntaba dónde y cómo podría encontrar a Jesús para servirle, pero nadie sabía darle respuesta, hasta que un día cruza a un niño a quién ni le había preguntado. A mitad de camino el nivel del agua comenzó a subir y el pequeño se hace pesado como un costal de plomo, como si cargara el peso del mundo en sus hombros. Con mucho esfuerzo, el gigante logró llegar a la otra orilla y le pregunta «¿Quién eres niño, que me pesabas tanto que parecía que transportara el mundo entero?» y el niño respondió «Tienes razón, peso más que el mundo entero, pues sobre mis hombros cargo con los pecados del mundo. Yo soy Cristo. Me buscabas y me has encontrado. Desde ahora te llamarás Cristóbal» (En griego: El que lleva a Cristo). «Al ayudar a cualquiera a cruzar el río, me estarás ayudando a mí. Fija en la tierra ese árido tronco que te sirve de báculo, que mañana lo verás, no sólo florido, sino coronado de frutos» continuó.
Tras su encuentro con Dios, Cristóbal recibió el bautismo en la Basílica de Antioquía y empezó a evangelizar sobre todo en Samos. El emperador Decio ordenó perseguir a los cristianos y ofrecerlo como sacrificio a sus dioses. Cuando Dagón, prefecto de Licia, comenzó la persecución, Cristóbal se arrodilló a orar y Cristo se le apareció, lo levantó y le dijo «No temas, que estoy contigo», por lo que a pesar de ver lo que los romanos hacían con los cristianos, se declaró como tal.
Primero, Dagón trató de persuadirlo, pero Cristóbal no se dejó convencer, por lo que fue flagelado con varillas de hierro, se le colocó en la cabeza un casco de hierro al rojo vivo, fue tendido sobre una parrilla para ser quemado a fuego lento y se le arrojaron flechas atado a un árbol, sin que ni una diera en el blanco, aunque una de ellas terminó en el ojo del prefecto.
«El Señor prepara ya mi corona» dijo con voz vibrante Cristóbal «Cuando la espada separe mi cabeza de mi cuerpo, unge tu ojo con mi sangre, mezclada con el polvo, y al punto quedarás sano. Entonces recordarás quién te creó y quién te ha curado». Tras ser decapitado, Dagón hizo lo que le dijo, y al recuperar la vista, se convirtió al cristianismo.
San Cristobal es patrono de los viajeros, los automovilistas, los barqueros, los conductores de autobús y de taxi, los marineros, los aguateros, los mozos de cuerda, los vendedores de fruta, los solteros, los arqueros, las tormentas, el granizo, los afectados de dolor de muelas, la ciudad de La Habana (antes San Cristóbal de La Habana), capital de Cuba, donde existe el Convento de San Cristóbal de La Habana, la ciudad de Rab (en la actual Croacia), la ciudad de San Cristóbal de La Laguna y de la Diócesis de San Cristóbal de La Laguna (Tenerife, España) y la ciudad de San Cristóbal (Venezuela).
Este Santo Auxiliador es homenajeado en distintas fechas. El 9 de mayo en Oriente, el 10 de julio en la tradición hispana, el 16 de noviembre en Cuba, el 25 de julio en Panamá y el primer domingo de septiembre en Hornos de Moncalvillo.
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