Si bien en tiempos antiguos los difuntos eran proclamados santos por vox populi, para evitar abusos los obispos tomaron responsabilidad en su diócesis, y a fines del Siglo X se realizaron los primeros procesos canónicos a través del sistema que consta de cuatro pasos: Primero la persona es declarada «Siervo de Dios«, segundo es declarada «Venerable«, tercero es declarada «Beato«, y cuarto, es declarada «Santa«.
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La canonización es el acto por el cual la Iglesia Católica declara santo a una persona fallecida, el cual comprende la inclusión en el canon o lista de santos reconocidos. Cabe señalar que este proceso no «hace» santo a ninguna persona, sino que le otorga el reconocimiento de tal, dado que esa persona ya era santa desde antes de iniciado el proceso.
Durante este proceso se establece la duda procesa de si el candidato a santo vivió las virtudes cristianas en grado heroico (vía de virtudes heroicas) o si ha sufrido martirio por causa de la fe (vía de martirio).
La canonización se realiza mediante declaración del Papa, y finalizado el proceso, los fieles pueden rezar confiadamente al santo en cuestión para que interceda en su favor ante Dios.
El tiempo que debe transcurrir entre la muerte y la canonización no está establecido. Mientras que San Pedro Damián fue canonizado 756 años después de fallecer, San Antonio de Padua posee el record como el más rápido de la historia al ser declarado santo 352 días de su deceso. Cabe destacar que San Dimas, llamado «El Buen Ladrón», fue el único santo canonizado en vida por el mismo Jesucristo.
En la antigüedad, los santos eran designados por aclamación popular, pero a partir del siglo X se realizaron los primeros procesos canónicos por parte de los obispos. El primer santo canonizado fue Ulrico de Augsburgo, y la primera mujer santa fue Wiborada. En 1234, el derecho de canonización pasó al papado y en 1588 el Papa Sixto V dejó el proceso a cargo de la Congregación para las Causas de los Santos y del Santo Padre, el cual se encarga de estudiar, comprobar y verificar el proceso completo.
Actualmente, hay cuatro pasos en el proceso oficial de la causa de los santos transcurridos los 5 años desde la muerte del candidato:
- Primera Etapa: la persona es declarada «Siervo de Dios«. El obispo diocesano y el Postulador de la causa piden el inicio del proceso de canonización, presentando un informe de la vida y virtudes de la persona. La misma debe haber pertenecido en vida a una de las Iglesias Católicas u órdenes religiosas que guardan obediencia al Papa. Por medio de la Congregación para las Causas de los Santos, la Santa Sede examina el informe y de ser aprobado dicta el Decreto de «Nihil obstat», nombrando al candidato Siervo de Dios.
- Segunda Etapa: la persona se declara «Venerable«. En este paso se reconoce que el fallecido vivió las virtudes heroicas. El cardenal de la zona geográfica correspondiente es el encargado del nombramiento en la catedral o basílica más importante del lugar.
- Tercera etapa: en la Beatificación el fallecido es declarado «Beato«. Para este paso, además de los atributos personales y virtudes heroicas, se requiere un milagro y verificarlo después de su muerte. No se requiere un milagro si la persona a sido reconocida mártir. Esta canonización la hace el Papa o un Cardenal en nombre del Papa en la Basílica de San Pedro o en la Plaza de San Pedro del Vaticano. La ceremonia se puede hacer también en el lugar del nacimiento de la persona a beatificar.
- Cuarta Etapa: con la Canonización, la persona es declarada «Santo«. Para ser declarado santo es necesaria la comprobación de dos milagros, o solo uno y haber muerto como mártir. El mismo debe haber ocurrido luego de su beatificación. Al santo se le asigna un día de fiesta y se pueden dedicar iglesias y santuarios.
El Papa Juan Pablo II fue beatificado el pasado 1° de mayo, y se espera que sea proclamado santo antes de 2015.
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